You may say I am a dreamer but I am not the only one

Me van a tener que disculpar.


Arranca desde el medio, desde su campo, para que no queden dudas de que lo que está por hacer no lo ha hecho nadie. Empieza a desparramarlos para siempre. Y los va liquidando uno por uno. Y el tipo sigue adelante, para que no se lo olviden nunca. Para que se queden con la boca abierta y la expresión de tontos, pensando que no va a suceder, que ese morochito vestido de azul y de argentino no va a entrar al área con la bola mansita a su merced, que alguien va a hacer algo antes de que le amague al arquero y lo sortee por afuera. Se miran entre ellos, pero no hay caso, porque ni siquiera cuando el tipo les regala una fracción de segundo más para quedar de nuevo bien parado de zurdo, ni siquiera entonces van a evitar entrar en la historia como los humillados, los once ingleses despatarrados e incrédulos, porque ahí va la bola a morirse en la red para toda la eternidad, y el tipo va a abrazarse con todos y a levantar los ojos al cielo. Y no sé si él lo sabe, pero hace tan bien en mirar al cielo. Así que faltaba humillarlos para siempre en cada ocasión en que ese gol volviese a verse una vez y otra vez y para siempre, en cada rincón del mundo, ellos en la derrota pequeña, futbolera, eterna e inolvidable.
Asi que me van a tener que disculpar porque el único modo que tengo de agradecérselo es dejarlo en paz con sus cosas. Porque ya que el tiempo cometió la estupidez de seguir
transcurriendo, ya que optó por acumular un montón de presentes vulgares encima
de ese presente perfecto, al menos yo debo tener la honestidad de recordarlo para
toda la vida. Yo conservo el deber de la memoria.
Continue talking about me, your envy just makes me more famous.